Misionera

Oeste

por María Guerrieri

Para mí lo mejor sería abrir el libro de Jean Arp en la página donde está la pintura azul facetada y comérmela toda, sacando con los dedos en pinza cada forma en degradeé. Sentarme saboreando con los ojos en el techo. 
Abrir la puerta y subir sin apuro por la rampa hacia la pista.
Hacer una foto a los rombos de ladrillo que hay en la base del mirador. 
Guardar la cámara en el estuche de virulana sin lastimarme demasiado.
Techar el patio con un toldo de metal y un cerramiento de vidrio.
Dejar que mueran todos los gatos con nombre de piedras.
Soñar con una familia de matas de pelos que se bañan.
Desclavar cada madera dorada de mi casa.
Transcribir un audio.
Hacer un círculo volando plano y derecho.
Preguntar cómo marcan los jueces una figura ahí arriba.
Escuchar la respuesta: “Con mano, agilidad y dedos, para mí.”