Misionera

Por qué escribimos

por Gabriela Areal & Lil Lilen





por qué escribimos




un deseo
 



una anotación
 



unas notitas para el pensamiento




algo que apareció
y pide presente surco
a ser actualizado nuevamente
y especialmente efímero



aún

una confianza "estas palabras es_
tán".



-pasan a través de

( lo que sea presente )


por qué alguien las leería?


por qué alguien le diría a alguien " hola, acá están estas palabras que me dan algo,
a vos quizás también ? " ?

de dónde viene esa calidad de certeza al respecto de

dudar entre :

" hola, acá unas palabras, unos pensamientos sobre "

" hola, ninguna conclusión, quizás sí brisitas a través de alguna hendija nueva "





o quizás sea un momento de sincera esperanza
( encontré esto si lugar en mí quizás lugar en alguien más )




" . . . s s s s s ssuaves las ventanas"


un momento de sinceridad

para-con “ las otredades ”

que me amiga

con algunas cosas que no entiendo ( no las sé )

_( no me las sé ser
por fuera de )
mis otras creencias


como un tendido de aire : rocío que se esparce extiende camino



" . . . s s s s s s "


-

por quiénes escribimos
para quiénes
a través de
qués


. . . s s s hace la bris s s s s sa






 




¿Por qué escribimos?

En agosto del año pasado conocimos con Catriel Nievas a Manfred Werder y su familia. Este artista suizo ofreció mostrarnos su ciudad y nos invitó a que participemos en la ejecución de algunas de sus obras, en realidad no sólo suyas sino también de otrxs colegas amigxs con los que comparte una sintonía similar. Me llevó unos minutos entender de qué iba, porque cuando me mostraron la partitura sólo había números y palitos. Se lee de izquierda a derecha me explicaron, contando tus respiraciones. Era una partitura para tres intérpretes, escrita para ser tocada en la vía pública. Cambiando de locación en cada página o algo así.
Ejecutamos la primer pieza en una plaza cerca de la estación. ‘El parque de las agujas’, que en los 90s supo ser un asentamiento de heroinómanos. Donde imaginamos que podrían haber sido habituales prácticas como éstas, relacionadas a lo doméstico pero vivenciadas en la calle. Horizontes posibles, fantásticos y salvajes, antes de que el Estado regule nuestras vidas hasta por fuera del capitalismo.
Estuvimos de caminata varias horas, parando en lugares para tocar las piezas. En el parque Platzspitz, en el río Limmat, viendo los torsos desnudos de jóvenes de caritas rubias y morenas, zambullidos junto los peces minúsculos que pare el río cada verano.
Pasamos por Limmatstrasse, una de las coordenadas obligatorias del arte contemporáneo en la ciudad. Recorrimos los pisos, viendo la oferta de cada galería. Llegamos al último piso que se encontraba vacío, de techos altísimos como los de cualquier fábrica. De una reverberación muy hermosa. Le pedimos a Catriel que idee una partitura para interpretar en ese momento. Luego de escucharlo, empezamos a ejecutarla caminando libremente en los 1000m2 de la sala. Sin copias impresas, sin instrumentos, sin público, sin intérpretes calificados (lo digo por mí) y sin permiso del lugar.
Lo más lindo fue que no podíamos distinguir con seguridad el sonido ya distante de su fuente sonora. Es decir, cuando algunx terminaba de sostener una nota, todavía se podía oír su reverberación. Nunca había oído algo así de forma no emulada. Después de eso comimos falafel y fuimos a un estadio abandonado tomado por punks, donde suelen trabajar la huerta y hacer ferias de estilo kermes.
Hablamos sobre las formas de notación abiertas, creadas teniendo en cuenta el entorno. Creadas para ser interpretadas libremente por fuera del foso. Investigar el sonido extensivo, sin fórmulas.

La música siempre me pareció algo monumental invisible, que hace de lo magnífico algo asimilable. Soy romántica.
Desde esa vez me quedé pensando sobre la música y sobre lo performático. Cómo es importante perder la individualidad. Escribir para lo público, es decir, pensarse territorio.

Si cualquier cosa puede ser vibración entonces puede ser sonido. Y si es sonido vale la pena ser investigado.

Cuando me junté a charlar con Gabriela Areal en el verano de acá, fuimos a comer empanaditas de verdura a una plaza. Nos sentamos en el pasto, vimos palomas y cotorras comer de las mismas migas que tiraban vecinos y turistas.
Le pregunté sobre un poema suyo que me gusta mucho. Trataba sobre que es imposible tocar solx. Me dijo que siempre hay un precedente del que partir. Que unx siempre piensa en otrxs cuando hace música.
Entonces, ¿es realmente posible ejecutar un solo?
También charlamos sobre hacer cosas solxs o acompañadxs. Sobre la soledad como valor en esta sociedad. Sobre el artista como agente funcional al sistema. El triunfo del individuo sobresaliendo de la masa, en contraste con valores de sociedades orientales. Donde no se exalta la peculiaridad sino el individuo como pieza de un gran engranaje.
Escribir puede ser una herramienta para reafirmarse. ¿Como individuo o como grupo? ¿Cuando escribimos estamos solos o acompañados? ¿Por qué escribimos? ¿Para qué? ¿Por qué es importante escribir? Fueron otras preguntas.
Gabriela me contaba que mientras estuvo componiendo, pensaba cómo ser lo más específica posible respecto al movimiento de un sonido. En esa ocasión la mejor manera que encontró para describirlo fue imaginar que en la ejecución de la pieza sería posible hacer de un sonido ‘convexo’, uno ‘cóncavo’.  
Puse esta cara: (づ ̄ ³ ̄)づ

Quizás debamos emplear un pensamiento rizomático para encontrar una fórmula más personal que nos permita construir una identidad sin jerarquías. El retorno a la informalidad podría ser un camino, lo no catalogado, el amateurismo.
Para mí, la partitura abierta puede entenderse como la textura de una idea, un color en el cual pensar, que sólo se ve mientras se ejecuta. Escribir o notar, sería una aproximación cristalizada del movimiento del presente, una medición lejos de ser exacta del tiempo. Sujeto a su vez a otras referencias, otras coloraturas -no hegemónicas- que en los tiempos que corren parecen ser más que necesarias. 

Buscar una ruptura de valor, una herramienta que nos permita fagocitar lo instituido podría no ser todo. Pero algo. Un impulso a pensarse como entidad colectiva. Ser todo subjetividades, todo mensurable, todo comida en la calle. Ser un buen momento para la no información, para la arbitrariedad parcial. Para lo invendible, lo no útil, lo paciente. Un regalo para otrxs.