Misionera

TEORÍA DEL ARTE ARGENTINA 2018

por Simón Pérez

Vuelta a…
 

... los animales.
 

Al salir de la Fundación Klemm, me lo encuentro a Jeff Koons y me pide fuego. Como en un jet lag, continúa la clasificación de obras, tratando de eternizar aún más la reciente performance de Galindo y Katchadjian del siguiente modo: “En lo que va del año veo cuatro líneas principales en el arte con animales como ya lo hacía yo a fines de los 70. La primera, una de tipo mascotista, como podría ser Rodri y Lenny en UV. Luego, el curioso caso de Mónica Girón en Barro y unos pullovercitos tiernos para aves en extinción hechos de lana que parecen tomar una postura ecologista aunque un poquito especista. Como un negativo a esta última, encontré en S2 una performance en los lagos de Palermo -música para gansos-, una postura dark ecology y antiespecista. Garutti, apropiándose del espacio público, hace una ofrenda a aquella especie, que ponía en peligro el hábitat de otras, la cual era posible de ser (y así lo fue) reterritorializada por quienes tienen el monopolio de la violencia. Por último, sin problemas éticos en la hechura pero con una superficie ultraespecista conceptual, Leni en La Baranda (pero no de Rodri y Lenny), propone una crítica a las bases del animalismo donde mediante una nostálgica y nacional denuncia a los actuales problemas económicos que imposibilitan el consumo de asado, cuestiona los axiomas sensocentristas de donde parten la mayoría de las fundamentaciones de los discursos animalistas. Dale con los animales...” se despide Koons, sin devolverme el encendedor.

 

… el espectador.
 

Ante la inmanencia poética de YouTube, me pregunto cuál es la posibilidad del arte hoy. Probablemente ninguna institución esté a la altura de tal plataforma, el actual paradigma de educación estética y creación para la generación touch y otras postmillennials. Ésta funciona tanto como biografía, academia, galería, soporte, medio, obra… Y mientras que el proceso utilizado por el arte postinternet era una estrategia de auratización de lo digital de la red (como memes, nailart o selfies), los hauls, unboxing, bullet journals, tutoriales, ASMR, reacciones, entre otros, no necesariamente son sacados de su virtualidad. Incluso ni siquiera de YouTube. El interés no está tanto en la migración a otro soporte o materialidad para su exhibición sino en el desplazamiento a otro público, turistas digitales, anfitriones de galerías y museos, generaciones premillennials que tienen el poder hoy en el sistema del arte. Por ello, más que pensar que ya no se dialoga con la historia del arte ni con las reseñas y críticas de revistas especializadas y que las referencias se encuentran en el acervo de videos que ofrece la misma red social, podríamos deducir que se trata de una estrategia de recontextualización funcional a un espectador no educado estéticamente en YouTube. Un arte generacionista.


 

… la escucha.
 

Hace poco más de dos meses salí algo aturdido de una muestra y me encuentro con una escena de lo más perfecta. Una sala tipo vidriera y adentro una chica tocando el violoncello. Busco la puerta para entrar en la sala pero no logro dar con ella. Me rindo prontamente y vuelvo a verla desde la vereda. Una escucha especulativa. Como cuando un músico ve la partitura y puede imaginar cómo sonarían los instrumentos. También como una continuación de la pieza de Tom Johnson de 1974 Celestial Music for Imaginary Trumpets, con cien líneas adicionales por encima del pentagrama. Pero acá el espectador ve al intérprete ejecutando el instrumento mismo. Y como si fuera poco, además de un selecto público que quién sabe cómo logró asistir a la sala, la acompañaba otro intérprete tocando vaya a saber quién qué interfaz, reinstanciando una vez más la paradoja performática de la música electrónica. Luego de un tiempo recreando el sonido en mí mismo, agradecí esta primera imposibilidad contemplativa. Quizás, esta escucha de ver excitar la fuente pero sin percibir el fenómeno acústico (una música acusmática pero al revés), podría ser agregada como un nuevo capítulo al “Método para leer y escribir música” de María del Carmen Aguilar que, por cierto, va por la dieciseisava edición y acaba de cumplir 40 años de su primera publicación.


 

… el giro lingüístico.
 

El domingo pasado fui a escuchar a una violoncellista amiga que iba a tocar cerca de mi casa en Nuestra Señora de la Guardia de Bernal. Antes de que comience y ya sentado en los bancos, leo el programa de mano para enterarme del repertorio para este día y conocer comercios como Óptica Bernal, Farmacia Don Bosco, Alicia La Plena, INCALFER, BMB, Bernalmusicstore, Salón de eventos El Duque, Bazar Bernal, Autoservicio Viqueira, Galber S.H., Rozas Hombre Mujer, De la Merced Farmacia, Instituto Benito Gonzáles, Las Delicias, Alaparrilla, Rufno Pastor Servicios Funebres, Santamaria Resto Eventos, La Casona, Sepelios Fiori, Peperina Almacen Natural, Farmacia Di Meglio, Remis Don Bosco, Yo Mujer Lingerie, Perfumería Caty, GIUMAR Metales eléctricos, Instituto Tecnológico Bernal, Farmacia Fíalco, Mari Antonia Pastas Casera, Casa D’Alonzo, Instituto Moreno, Via Cosenza, Dr. Héctor De Maio Contador Público, Hermanas Lucero, SOY tu farmacia, Galvanoplastica General Belgrano, DEGRADE HOME DECO, Alejandro Colchones & Sommiers, El Pehuén, Sanatorio Modelo Quilmes, Portal Hombres, La Casa Cocina con Arte, La Argentina Conftería, Sport SZ, La Romana Pastas y Salsas, Caplat Informática, Blanco & Negro, Nácar Boutique, Molian Zapatos de Diseño, Cotillon Alí Baba, Sodas Luzzi, Locutorio Uno, Cacho Sanitarios, Osushi, Le Matite, Siglo XXI Marroquineria, Huentemin Artesanias, Trisol Relojeria, Ladi Aromas y sabores, Grafca Digital Ink Design, Clinica de Ojos Bernal, Ortopedia Bernal, Laboratorio de Análisis Clínicos Dra. María del Pilar Menéndez, Pedicuria Krysha, OIB Odontología, Centro de Podología Bernal, Ana Regina Da Riva Médica, Veterinaria, Bernal, Norberto C. Ortiz Uliveto Oftalmologo… Me sorprende leer en la portada Festival Vivaldi y no haber visto ninguna otra información en la mesa de entrada. Luego de que terminaron las muy húmedas versiones del Concierto para Flauta La tempesta di mare, dos de las Cuatro Estaciones (el otoño y el invierno), Magnifcat y Gloria, con el coral BWV 244 como interludio, saludo a mi amiga y le pregunto respecto a las otras actividades del mencionado evento. Me comenta que Festival Vivaldi era el título del concierto, y que esto había sido todo. Al retirarme, paso cerca de la ponchera a tomar algo, pero sólo encuentro agua bendita. Me acordé entonces que hace como un mes me había pasado algo similar. Fui a ver una performance de otro amigo a un bar en Palermo pero sólo adhería Cynar. Cuando le pregunté qué otra cosa había programada me dijo que ninguna, que el bar se llamaba Festival.


 

Música…
 

… vs. artes visuales.
 

Como parte de la Escuela de Invierno de Nueva Ópera en Fundación Williams, fuimos a ver a Kagel al Museo Nacional de Bellas Artes a las diez de la noche. La propuesta del Ensamble Tropi era interpretar una pieza en cada sala, obligando así al público a moverse en el intervalo de cada pieza y conseguir nuevos sweet spots. En este trayecto, éramos distraídos e interpelados por los grandes maestros de la pintura, lo cual se volvía un problema para la fluidez de la velada. Las personas que trabajaban para preservar las obras nos comentaban que el museo en realidad estaba cerrado, que no era posible detenerse y observar los trabajos y que el hecho de que estemos adentro era una excepción, que sólo estaba permitido contemplar la música, por cierto escénica. Al día siguiente vamos a ver a Lolo y Lauti a un festival de ópera contemporánea en un bar. Cuando queremos entrar, las personas que de seguridad nos detienen y nos prohíben el ingreso con bebidas y pochoclos. Como si el cine influenciara a la ópera y no al revés. Una vez adentro, miro el programa que dice que el texto/libreto es de Guillermo Iuso y está históricamente ubicado en los 90. La referencia a un artista que es más viejo que ellos, aunque no tanto, funciona como un trabajo de archivo antiwagneriano. Alguien en la platea pregunta si Iuso está muerto. Dentro de poco preguntarán si ya nació. Las referencias son cada vez más cercanas, al menos en tiempo cronológico. Las temporadas se convierten en meses, luego en días, más tarde en horas, después en minutos y pronto en segundos. Con esta tendencia la referencia va a ser lo que aún no pasó.

 

… y contracultura mainstream.
 

Luego de observar la amplia oferta artística y formativa que desde hace ya más de 49 ediciones vienen ofreciendo los Internationale Ferienkurse für Neue Musik en Darmstadt, donde este año aparece como destacado un curso para compositores dedicado a la escritura de nuevas obras para guitarra eléctrica, clases para intérpretes de neue musik y un concierto titulado Etüden für E-Gitarre (la programación estuvo a cargo del guitarrista y tutor de los cursos Yaron Deutsch, que este año pudimos disfrutar con el Ensamble Nikel en Caseros) con obras de Billone, Saunders, Martinez, Czernowin, Sanchez-Verdú, Rykova, Dohmen, Gadenstätter y Trapani, volví a leer una nota publicada en Billboard hace aproximadamente un año. En ella, se hacía referencia a una entrevista donde se le preguntaba a Eric Clapton la opinión respecto a la caída en ventas de guitarras eléctricas que habían sufrido tanto Fender como Gibson. Según estadísticas proporcionadas por The Washington Post, habían bajado a 1 millón por año, y a esto se le sumaba el hecho de que las organizaciones de caridad de educación musical otorgaban preferentemente bronces, vientos maderas e instrumentos de cuerda frotada y de que estábamos en un momento donde los adolescentes se inclinaban más por el EDM. Ante tal panorama, el instrumentista británico respondía que no estaba enterado que estaba así de mal la cosa, que estaba desconectado, que no sabía adónde iba a terminar todo, que creía que todo lo que tiene un proceso natural va a terminar donde se supone que tiene que terminar, y que quizá sus hijos escuchaban rock por su culpa, por haberle lavado el cerebro con playlists donde siempre aparecía alguna guitarra eléctrica. Según agrega Billboard, el creía que toda la música era buena, incluso la que parecía no serla, y que quizá haya terminado la era de la guitarra eléctrica. “Buena pregunta, igual”, finalizó.

 

… y muerte.
 

Lo trascendente se puso de manifiesto al terminar el primer día de clases después del receso. Salimos y mientras caminábamos juntos me contaba sobre sus proyectos de trap y su reciente distanciamiento del freestyle y las batallas, había vuelto a escribir letra y música. Nos dirigíamos hacia la estación para tomar el mismo tren. Pero antes de llegar, paramos a fumar un poco de OG Kush que él tenía. Mientras armábamos, nos conocíamos. Luego él tuvo un ataque de pánico y yo no supe qué hacer. Suspendimos lo del tren y tratamos de seguir caminando pero no dio resultado. Yo no quería que se vuelva sólo a la casa, pero él insistía con que no lo acompañe. No recuerdo cómo acordamos en que vuelva a improvisar en el mismo instante que estaba creyendo que se moría. Tampoco cómo nos separamos, pero sí tengo presente que volví a mi casa, me encontré con que había olvidado mis parlantes prendidos donde estaban sonando los últimos lieders de Nietzsche recomendados por Spotify; el navegador abierto en la página de Art Basel Cities con el texto promocional o curatorial (no digo de programa porque tendría que explicar lo mismo que sigue ahora) sobre la music performance 19’52” - 4’33” desde donde brotaba la categoría sound landscape.

Bajo la máscara de la barbarie, los políglotas cantoneses logran profanar el inglés y gambetear el ya cincuentón soundscape para hacernos resonar a los estudiantes impresionables de posgrado el apellido de Nick. Decido no insistir en esto y esperar a recuperar algunas energías para el concierto. Al día siguiente, cuando llego y leo las notas del programa impresas en castellano (ahora sí me tomo el atrevimiento ya que me entero de que se enmarcaba en el ciclo de conciertos de Fundación Osde) confirmo lo que sospechaba. 4’33’’+Land+peronismo post-Evita, no podía ser otra cosa que un intento de instalar el dark enlightenment en el Río de la Plata a través de un paisaje sonoro terrícola (paradójicamente, ésta era la lectura que se hizo de la obra de John y no una nihilista) escenificado sobre el momento y el después de la muerte de la primera dama, a quien suponemos que se le dedicó este réquiem. En un artículo del 2000 en La Nación sobre el Premio Banco Nación otorgado de forma unánime a Jorge Macchi (quizá uno de los mayores referentes de arte sonoro argentino) se pone de manifiesto cómo este hecho revelaba la legitimación que el arte neoconceptual tenía en aquel momento en Argentina.

Una generación después, ante un gobierno tardoneoliberal, Art Basel Cities colabora con una tardoneoreacción bajo propuestas tardoneoconceptuales, donde lo tardóneo aparece como un olvido voluntario y se diferencia del neo a secas por un énfasis en la falta de conciencia histórica. Si pensamos en el arte como un negativo de lo social (recomiendo escuchar las Dos piezas para cuarteto de cuerdas Op. 2 de Adorno) y vemos la propuesta baseliana como la reducción de las posibilidades sónicas y sensuales de la materia físico/química de la música al símbolo/concepto (en función de la acústica no concertante de la sala de exposiciones -que efectivamente en tanto música "no-coclear" era la propuesta de Piola y Villalba- hoy en en una puesta teatral deviene eventualmente en voz en off y foleys), la estrategia del tardonoeliberalismo argentino se basa en un proceso inverso, de eliminación del valor simbólico del dinero hasta llevarlo a su valor físico/químico con la misma estrategia amnésica.  Una materialización total del cambio donde parece que para comer debemos juntar las monedas que los ciudadanos tiran en la vereda como si fueran pochoclos y venderlas por gramo. Del peso argentino al peso kilo. Por cierto, mientras Eva escucha 4’33’’ en loop, quién sabe dónde, se avecina buen clima para las plantas recicladoras de papel moneda. Surge así una nueva paradoja en la economía. El activo más líquido con el que éstas pagan por fuera de toda regulación depende del mismo soporte que se recicla.


 

Después de todo, …
 

… brujas bolsas y antiposibilidad.
 

Recién llegaba a la casa. Afterword pág. 246. Una vez me encontré plata. Está bueno encontrarse plata. Resulta que encontrarse plata no es como encontrarse cualquier cosa. Materialmente no tiene muchas exclusividades. Lo que sí tiene de exclusivo es que cuando uno se encuentra plata en realidad se encuentra posibilidades. Y con una enciclopedia de brujería pasa lo mismo. Muy lindas las ilustraciones, el papel, todo. Está nueva. Witchcraft Today pág. 184. ¿Qué pasa legalmente cuando te encontrás plata?¿ Qué hago si el Estado me pregunta de dónde la saqué? ¿Hay que declararla o devolverla, o dejarla donde estaba y no tocarla? ¿Qué diferencia hay entre encontrar plata y encontrar un arma? Si me encuentro plata... ¿Se la doy a la policía? All rights reserved. Mientras acomodo mis cosas, veo las que dejaron. The New Age pág. 223. Cuando era chiquito me encontré una bolsa cerca de una calesita. Tenía muchas cosas, telas, monedas, una chapita de cerveza, pochoclos, pelos, palitos chinos, un papel escrito. Me dijeron con cierto temor que no lo agarrara. Algunos hablan de arquitectura de objetos, como una bolsa que puede contener otros objetos sin modificarlos para preservar su identidad. Todo junto pero no se mezcla. Bueno, como la calesita. Como si cuando nos encontrásemos de forma random muchas cosas, de las que nos proponen antiposibilidades, surgiera cierta sensación metafísica. La brujería es quizá la forma previa a la curaduría. Bueno, pensé que cuando llegara a la casa, lo primero que haría sería abrir la heladera. Había lentejas, cappeletinis y huevo duro con cáscara. Lo calenté todo junto pero sin revolver y me lo comí. ¿Stones and salt or stones and water? pág. 399. Después fui para la habitación a dejar las cosas y ordenar. Celebrating Nature pág 5. Este año parece que no se termina nunca, aunque en cualquier momento tenemos las fiestas encima. Las estaciones climáticas se empiezan a reterritorializar, y la industria de la moda y los perfumistas se vuelven hacia un tiempo liso. Chaos Magic pág. 242. Sabemos que la predisposición normada sobre la percepción de la duración en el arte espera y valora la ilusión de que el tiempo cronométrico sea mayor al tiempo psicológico. Esto no resulta tan diferente de cualquier otro tipo de actividad donde la percepción de la duración se vuelve problemática, por ejemplo en el transporte, donde se valoriza la menor duración posible en relación a la distancia recorrida. Hereditary pág. 299. En un momento donde el contrapunto de acentos de quinta especie del posible estado del arte argentino intenta mantenernos distraídos, las nuevas obras se direccionan primero a la unidimensionalidad rítmica, luego sólo a la duración, olvidando arsis y tesis, para que al fin y después de una etapa equivalente al canto llano, se elabore una teoría que atente contra el régimen del tiempo y se instaure de una vez por todas la cronestesia, lo que en palabras de San Agustín sería:
 

“¿Pues en qué espacio medimos el tiempo que pasa? ¿Acaso es el espacio futuro de donde viene para pasarse? No por cierto, pues no medimos lo que todavía no hay ni existe. ¿Es acaso el presente por donde pasa? Tampoco, porque no medimos lo que no tiene espacio alguno. ¿Y es el pretérito a donde él pasa y va a no ser? Ni eso tampoco, porque lo que no hay ni existe, no lo medimos.”