Misionera

No entretengo la ficción de que algo me espía

por Diana Drake

No entretengo la ficción de que algo me espía, pero pienso en los fantasmas detrás de las máquinas. Luego de un encuentro frustrante con el artista ucraniano vuelvo a considerar el brazo mecánico. El brazo mecánico es un mecanismo sencillo. Es una máquina de dibujar que venden en una página de productos de China. Es barata, pero su existencia tan lejana, que el envío sale más que la mitad del objeto.

 

Es algo simple, y como todo lo simple, se acerca a lo bello, y como lo bello es lo pequeño y asible, yo no puedo dejar de pensar en una secuencia de rosas mecánicas multiplicadas sobre una hoja, imagino el brazo robotizado de una máquina realizando los movimientos repetidos que de otra manera realizaría mi cuerpo. Una y otra vez, el brazo atado del brazo mecánico.

 

El mecanismo traduce desde un programa de vectores simplificados, dibujos y trazos. Una curva se convierte en vectores, que luego operan como un mapa para que la máquina repita los movimientos. La intensidad no se traduce, solo con una perilla un poco tosca se puede modificar la densidad de las líneas. Una vez establecida será siempre la misma- lo opuesto al trazo hecho por un cuerpo, donde en algun momento aparecerá alguna vacilación o error. Las máquinas también cometen errores, empezar desde un punto raro de la hoja, leer mal alguna zona donde falta información.

 

En un ejemplo del producto hay una foto de una carta comercial. Es de suponer que un potencial cliente se sentirá más atraído por el gesto personalizado de una carta escrita a mano. No es diferente a otra cosa común acá: los robots que simulan una conversación telefónica, o que dejan mensajes en el contestador. Es un intento comprensible, pero improbable: no existen ya casi humanos que realicen esas tareas, o se accede a ellos solo al traspasar varias puertas de opciones numerales. Están a mares de distancia, o los humanos por aca nos parecemos cada vez más a los robots. Es confuso distinguir.

 

El tono es inicialmente pausado, a la espera de alguna señal de vida para responder. Una compañera del trabajo me dice que si no decís nada cuando atendés (sostiene el teléfono en silencio, contiene la respiración), en algún momento los robots dejan de llamar. Una conversación implica responder a reglas en torno a un circuito. El primera terapeuta computacional era una serie de comandos inscriptos en leyes del lenguaje y la sociabilidad.

 

Miro las diferentes opciones de mi aplicación en el celular para aprender lituano. Además de lo esperable-saludos y gentilezas varias, hay una sección sobre colores, hay una sobre el trabajo de oficina y hay una parte dedicada a comandos del amor. Aprender un nuevo idioma es como ser un robot aprendiendo a ser humano.

 

El brazo mecánico tiene todo para envidiarle a un vuelo de avión sobre los jardines de Venecia, o más bien, a ese vuelo, el de una máquina de cargo que lleva algo tan liviano como nombres escritos sobre papel, provenientes de una periferia lejana y que además lleva el nombre de sueño en un idioma que desconozco. El brazo mecánico es lo bello, el avión Mriya* es lo sublime, el giro de pensamientos es interior, el allá tramitando en el afuera: una sombra inmensa que oscurece por unos minutos a los jardines soleados de Venecia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

* El Antónov An-225 Mriya (ucraniano: Антонов Ан-225 Мрія​) es un avión de transporte estratégico diseñado y fabricado por Antónov en la RSS de Ucrania (Unión Soviética) durante los años 1980. En ucraniano, Mriya (Мрія) significa “sueño”. El avión fue creado para trasladar al transbordador espacial Burán, entre otros componentes del programa espacial de la USSR. Levantó por primera vez vuelo en 1988, pero tras la caída de la Unión Soviética y con el programa aeroespacial archivado, el avión fue olvidado en un depósito. Sus motores fueron reutilizados en otras aeronaves hasta que en el 2001 comenzó a ser utilizado nuevamente para realizar transportes de insumos vinculados a misiones humanitarias, o para piezas de gran peso. Es capaz de transportar 250 toneladas de carga en un solo viaje.
En el 2019 fue protagonista de cierta manera fantasmática del proyecto del pabellón de Ucrania para la Bienal de Venecia num. 58 : La sombra de Sueño proyectada sobre Giardini della Biennale (http://open-group.org.ua/en/).
En abril del 2020 Mriya transporto was de 100 toneladas de equipamiento médico e insumos desde China a Ucrania. El equipamiento incluyó miles de insumos de protección sanitaria para médicos ucranianos tratando a pacientes con coronavirus.
Entre el mes de abril del 2020 y mediados de mayo, a pesar de las recientes declaraciones del presidente de Estados Unidos sobre Ucrania, el avión Mriya realizará a través de la compañía estatal ucraniana Aerolíneas Antonov al menos 11 viajes desde países Asiáticos a Estados Unidos, llevando insumos médicos.