Misionera

Todos los textos que tiramos

por Jacqueline Golbert & Jazmín López


 

 

 

Dice que en verdad es mujer pero que es hombre y que usa ropa de mujer porque le gusta más. Desde los 7 años, cuando ya se sentía de género neutro, descubrió la belleza en un arbusto lleno de flores blancas. Se dio cuenta de que toda su vida se iba a dedicar a buscar belleza. Mientras volvía caminando a su casa después del primer día de clases de segundo grado, tuvo la certeza de que esas flores tenían la misma belleza que la nieve. Escribir y pensar a partir de certezas, y reconfigurarlo todo en el camino. Su corazón lloró de felicidad. La Belleza y la Felicidad de ser escritora no profesional, no buscar más que deshacerse mediante la literatura. NUNCA VOY A SER ESCRITORA, grita. Escribir no es nada, las páginas en las que escribe no son nada, los temas, nada. El lugar en el que escribe, tampoco. Y eso la hace sentir más liviana. “¿La felicidad es lo contrario a la escritura?”, se pregunta, y también se pregunta sobre la simultaneidad. Afirma algo: definitivamente no quiero ser una escritora profesional.

“Puedo sentir que los términos por los que soy reconocida convierten mi vida en inhabitable”, dice Judith Butler en Deshacer el género. Y si hay algo que quiere Cecilia es habitar su cuerpo para deshacerlo. Para borrar su biografía. Lo importante es salir del mundo, estar fuera y dentro, dejar de ser persona. Salir del mundo, se sale a través de la felicidad o el dolor. Convertirse en objeto. Amar humanos y amar a no/humanos. Amar a una paloma de la calle como Amalia Ulman. Ser hojas en blanco. Tener ideas que no se pueden defender porque están concebidas desde el dolor, como por ejemplo: “una mujer a la que aman desde la cercanía no puede escribir, una mujer sólo puede escribir desde el abandono” u otro ejemplo más polémico es que los padres de los amigos de su hijo son gordos porque “no se alimentan bien o porque no tienen deseo”, o decir que “ser mujer es peor que ser travesti porque las travestis al menos pueden exagerar”, todas estas afirmaciones están hechas desde y acerca del dolor.

El abandono es olvidarse de quién sos. Abandonar la idea de vos mismo y entregarse al travestismo interpersonal. Poder ser otre. Devenir. Tener una idea siempre equívoca de las cosas. “¿El arte de vanguardia tendrá que ver con ésto?”, se pregunta.

 

 

“La ciudad es un texto que no para”, encontramos esta frase en un apunte de las clases que dicta Cecilia en su living, no recordamos si citó a alguien, o ella misma fue la que dijo esto. Todo encuentro con alguien es un momento de felicidad porque se produce el intercambio de ideas, de sentimientos, y pensamientos que luego ella retoma en su poesía; su poesía está hecha de palabras de otrxs, también. Cuando en el primer texto del libro dice: “Todos mis cuentos son sobre pensar o recordar” se produce la iluminación: en el presente retoma el pasado, lo elabora y es ahí que se produce el momento illuminati. Iluminar algo que está sucediendo pero que todavía no ha sido formulado en palabras. El momento en el que entiende el todo, y donde todo se conecta y se produce la sincronicidad. En un cuento publicado en La Agenda, posterior a los relatos de Todos los cuadros que tiré, en distanciamiento social por el covid, Cecilia retoma esta idea: “A veces pienso que una de las cosas más sobresalientes de este aislamiento es que deja en evidencia que a todos nos pasan las mismas cosas; es inevitable que tengamos sentimientos parecidos. Si mi novio dice que está cansado de las videollamadas, debe haber cientos de miles de personas cansadas de las videollamadas (como Gary y Eugenia que no me atienden); si todos los días me levanto recordando la plaza que cruzaba a diario para acompañar a mi hijo a la escuela, debe haber cientos de miles de xadres recordando exactamente lo mismo cuando se despiertan.

 

 

En una entrevista, la poeta y periodista Valeria Tentoni le preguntó a Fernanda Laguna (artista visual, activista, poeta y fundadora -junto a Cecilia Pavón- de la galería y regalería que se mantuvo abierta de 1999 a 2008 Belleza y Felicidad) cómo se llevaba con la realidad y los límites de la misma. Ella respondió: “Los sueños son reales, son tan reales como una mesa. Que tengan otra estructura es otra cosa, pero un cuento es tan real como una vida, por eso uno cuando lo lee afecta la vida. Es una cosa mágica, no sé. Por ahí dentro de 150 años se descubre que los libros son portales, agujeros negros, que existen de verdad y que la ficción no es algo menor, que es parte de la realidad….”
Fernanda y Cecilia, además de fundar una galería juntas, le abrieron la puerta a un mundo nuevo en los 90s: “la literatura del yo”. Escribieron mucho tiempo juntas, pensaron en muchas oportunidades qué era la poesía para cada una. Tomaron decisiones estéticas, fundaron una nueva era. Cecilia en Todos los cuadros que tiré…  se va a dormir y sueña, y sus sueños se conectan con su realidad del despertar: los mundos no están tan separados como parecen. Es uno el que lo tiene que separar. Dividir la luz de la oscuridad como un acto de conciencia y voluntad.
En distintas entrevistas Cecilia habló de la literatura del yo, esa que inició y milita para reírse de sí misma, que quizás se interpretó de una manera distinta a la que vivía en su cabeza y experiencia, en su escritura; porque “la literatura del yo” no era hablar de unx mismx, de contar anécdotas, chismes o cosas personales. Era la literatura contra el saber intelectual, escribir desde otras perspectivas, desde un “yo colocado”, como plantea Hebe Uhart que se opone al “yo real” , en el libro de las Clases de Escritura, que tanto amamos y agradecemos a  la editorial y a la ferviente tomadora de apuntes Liliana Villanueva, jeje. Decíamos: Habilitar un mundo que rompa límites, con humor sin miedo al ridículo. Puedo decir yo un millón de veces: En una entrevista que dio en Infobae a Claudia Lorenzón hizo hincapié sobre esto: “La vida real dispara los textos pero siempre cambiados o transfigurados para que el ´yo´ siempre sea un mirarse a una misma y reírse de una misma porque trato de buscar humor en lo que escribo, ya que no me quiero tomar mi vida demasiado en serio. Quiero usar mi vida para escribir un cuento, no escribir un cuento para contar mi vida, usarla como material poético. Esa es la diferencia con la escritura del yo, con la que también me identifico, pero por otro lado no le doy tanta importancia. Me parece más importante el nosotras, nosotres, creo que es un momento para pensar en el nosotres, creo que el yo peca de demasiado individualista. Si uso mi yo es para destruirlo, siempre que escribí pensé eso, que escribía para destruir el yo, no para afirmarlo”.

¿No es esto, acaso, la verdadera investigación, la verdadera forma de acercarse a la verdad? Analizar la propia existencia para ofrecer algo a los demás, usarse, estudiarse, pensar el cuerpo y las emociones como materia para llegar a alguna conclusión que pueda ser lanzada a la otredad con amor y humor y que nos redimamos con ellas, que el carnaval esté aquí y ahora mientras lees, que se borren los lugares y vos lector serás yo narrador, seamos todxs todo juntxs.

 

 

Salir al mundo con un carrito que le roba a su hijo, con su computadora adentro. Porque si hay algo que define su vida son la ropa y las computadoras. Porque es una mujer que trabaja de escribir. “Si soy alguien que no puede ser sin hacer, entonces las condiciones de mi hacer, son en parte, las condiciones de mi existencia”, dice casi al principio Butler.
Deambular por la ciudad, llegar a lugares desconocidos, preguntándole a otrxs el camino, porque los mapas, no es algo que ella entienda, seguro tampoco le interese entender, porque ¿qué más interesante que escuchar a alguien hablar? Aunque las indicaciones también se le vuelvan confusas.
Se forma conociendo gurúes, tarotistas y videntes. Ella no tiene dioses. Se encuentra  permeable a ser iniciada en algo nuevo; también es gurú: La gente se anota en su taller porque Piensan que está cerca de la Poesía.

Aunque haya estudiado en la universidad, a pesar de que sus padres de niña la hayan mandado a un instituto a estudiar inglés. Va armando sus TAZ - zonas temporalmente autónomas - (concepto creado por unos teóricos estadounidenses, de corte hacker y cyberpunk, que describe la táctica sociopolítica de crear espacios temporales que eluden las estructuras formales de control social. Aunque existan las redes sociales.
Su casa, monstruo a dominar; Little Joy, anticuario, lugar preferido en el mundo, atendido por Brunildo, vidente y tarotista; el taller de su amiga Juliana, quien presenció muchos exorcismos de chica por ser hija de predicadores, por lo que considera que tiene poderes sobrenaturales, en el cual en completa sintonía, sin decirse una palabra, escribieron en un cuaderno gris, sumidas en un trance poético, y por primera vez en su vida se sintió una escritora de verdad; Microcentro, oficina de 18 metros cuadrados, lugar que le prestó su novio, en el que solo se dedicará a escribir hasta su muerte, y le promete a sus posibles lectores que todo lo que escriba hasta ese día será hermoso y genial. Aunque no es por una oficina, un cuarto propio, como decía Virginia Woolf, que esto va a suceder, sino por algo mucho más humilde como un cuaderno gris. Su primer poema se lo escribió al sol, todos los poetas alguna vez le escriben un poema a una estrella: Frank O’Hara, Marosa Di Giorgio, Ariana Reines, Cecilia Pavón, Fernanda Laguna, Katherine Mansfield, Vladimir Mayakovsky, Roberta Iannamico, Hebe Uhart, I Acevedo, Angélica Freitas, Silvina Ocampo, Susana Thenon, Mariano Blatt, Ezra Pound, Audre Lorde, Ioshua, Alejandra Pizarnik, Cris Kraus, Susi Shock, Le Corbusier, sólo por nombrar algunxs. (En un momento sólo empezamos a decir nombres de poetxs que amamos, porque todxs lxs poetas que amamos seguro alguna vez le escribieron al sol). Un poema al sol, el efecto que el sol puede tener en el cuerpo. Porque una de las formas de sentir felicidad es sintiendo el cuerpo. Otra forma de felicidad es inventar palabras que no existen, como Sussudio, el tema de Phill Collins que le encantaba cuando era chica. Palabras que no existen, palabras que no existen.

Hacer gimnasia, o sea sentir los órganos moverse, la sangre circular, la hace escribir mejores poemas.Poemas sinceros que son publicados en Facebook. Quizás porque recuerda que tiene un cuerpo que aloja una voz, un espíritu, un ser desconocido. 

 

 

Cecilia escribe en 68 metros cuadrados, hace 15 años, enamorada del mismo hombre. En un cuartito al lado de la cocina. No es casual que esta mujer que trabaja de escribir, que vive con su hijo Félix y enamorada del mismo hombre, que es la única que se encarga de limpiar la casa, excepto por los platos, tenga su lugar de trabajo al lado de la cocina. Aunque diga que le encanta trabajar en lo doméstico, aunque alterne su tiempo entre la limpieza y la escritura. La limpieza y el paso del tiempo, el paso del tiempo como forma de procesar. De llegar a certezas. Aunque odie los números, porque son la forma más cruel de medir el paso del tiempo. Lxs seres que escriben tienen que vestirse como mujeres pero no ser tan exageradas como para ser rechazadas, lo suficientemente pulcras como para ser deseadas, lo más delicadas que se pueda para ponerse el vestidito de seda, discretas pero que no se note demasiado, para conseguir trabajo. Eso nos hizo pensar en Angélica Freitas con su poema Una mujer buena.
Cecilia desactiva la idea de que las cosas tienen que ser de una manera, y el ser políticamente correcta o tener una agenda social actualizada, a la moda, no es estricta con la forma, por eso hay posibilidad de deconstruir.

Todos los cuadros que tiré es un libro de relatos de aventuras: salir a recorrer el barrio y volver al cuartito de servicio en su casa de Once a escribir. Como unx niñx con un atrapa mariposas, descubrir, vislumbrar y volver, en su caso, a escribir alguna certeza ambigua;  algún descubrimiento sin parangón; teorías, a  veces, estúpidas;  alguna idea genial que no llega al papel pero se convierte en título de algo; listas de agradecimiento; impulsos de transcripción compulsiva de un programa de chimentos, mientras tendría que estar escribiendo un texto para cobrar la segunda parte de una beca que ganó; conversaciones oídas en bares en las cuales a partir de otrxs descubre su propia enfermedad;  un poema muy simple sobre diferentes tipos de plásticos que genera furor en la gente que la escucha, al punto del llanto;canciones de Phil Collins, David Bowie  y Kurt Cobain con quien se siente hermana por medio de sus letras; algunas escenas cringe cercanas al terror como un hombre vidente y tarotista, con camisa hawaiana, tirado en el suelo de un anticuario, llorando abrazado a un libro; mensajes transcritos de amigxs poetas del siglo XXI, que llegan todos al mismo tiempo, de madrugada; crónicas de viaje;  ensayos cotidianos trazados por situaciones extrañas, más extrañas que la realidad, pero no menos reales. 

La escritura es una forma de viajar, de hablar otras lenguas, de conectarse con otrxs mundos. Una forma de telepatía, un poder oracular. En una clase de poesía que Cecilia dicta en el living de su casa, dijo: " La poesía es telepatía", cuando una alumna leyó un poema que respondía a la consigna que Cecilia iba a dar para su clase próxima. O cuando dos alumnxs escribieron un poema sobre el mismo tema teniendo consignas diferentes.

El ocio no toca su biografía porque es madre y tiene que limpiar su casa, porque tiene que cocinar, limpiar, y trabajar. Pero a partir de la voz de Enrique Lihn que suena por Youtube siente alivio por escucha un poema que habla del ocio. Así que lo que no puede vivir, lo vive como ensoñación, como idea platónica. “No me importa que haya sido hombre y haya tenido los privilegios estructurales de los hombres, no voy a odiarlo por eso”, dice Cecilia cuando un editor joven le contó que Lihn no se ocupaba de sus hijos. La noche en la que disfrutó del ocio, al menos de una manera acotada, se le ocurrió una idea: mandarle a todas las personas que cree que podrían estar escribiendo un poema en ese momento exacto la siguiente pregunta por watsap: ¿Qué es un poema para vos?
Ese día ella no comió, no vio las noticias, no se bañó, no hizo nada más que esperar las respuestas de los contactos entrevistados. Esa noche su hijo comió tres manzanas y se fue a dormir. La noche en la que no pudo preparar la cena, nadie más que ella la cocinó. 

Se encierra en su casa a mirar cuentas de Instagram e imaginar su futuro. Piensa en su vida cuando viaja sola en transporte público. Excepto cuando compra en un shopping de Chile, siempre está pensando. Pero cuando está en el shopping no tiene nada en la cabeza. Hasta que éste se inundó a causa del desborde de la fuente alemana, que se encontraba en el centro del establecimiento, que lanza y proyecta letras, todo un gran entretenimiento. Todas las mercancías destinadas a que las mujeres sean amadas navegaban a la deriva dentro de la enorme estructura de acero. Mientras se desplaza y flota hasta la puerta principal, pone la mente en blanco e imagina su futuro ideal: un novio que la ama y trabaja para ella cosiendo ropa muy liviana, casi sin color.

El sistema de consumo te promete que si tenés ropa linda, ropa importada, ¿importante?, vas a tener novio. Cuanta más ropa linda, más amada vas a ser. La tristeza de la soledad hace tener sentimientos desdichados como creer que si te vestis bien alguien te va a amar.

Tan hermoso es el océano para que lo arruinen naves enormes cargadas de cajas grises traída desde Asia como containers empotrados con ropa adentro hecha por esclavxs para que lo usen fuera de temporada personas de clase media aspiracionistas que creen que la moda los va a salvar. Quizás no es de snobs, quizás es una forma de supervivencia, también. Vestirte con ropa “de mejor categoría” para tener un “trabajo mejor pago”. 

 

 

La casa es un monstruo a dominar. Una extensión de su cuerpo. La casa es igual que un poema nunca, nunca se termina de ordenar y limpiar. Lo asqueroso y sucio también es parte de su corazón. Ama su casa con un amor casi sobrenatural, como a los libros, como a casi todo-poco lo que ama. ¿Se puede amar de forma natural? Amar es antinatural, siempre. El amor es un experimento. 

Su casa es su musa, de su casa están hecho sus poemas, aunque hablen de amor y desengaños. Aunque no logre dominar la casa, el jardín del fondo - selvático y salvaje, se convirtió en una utopía de pacificación. Todas las actividades domésticas las hace sola, excepto por el jardín. El cuidado de su utopía decidió compartirlo con una paisajista tocaya, que estudió jardinería en Londres, y a la cual contrató para que la ayude con el trabajo. La verdadera felicidad es a causa de la belleza de la naturaleza y es por eso que escribe. La naturaleza es como el embrutecimiento. Nadie puede competir con la naturaleza.

 

 

Pero limpiar es dos cosas. Es limpiar, claro, pero también es sacar los restos de la escultura que se acaba de hacer. Sacar los restos para ver, para ver la obra. Para Cecilia la casa evoluciona cada vez que pasan cosas del orden de lo social, fiestas infantiles, talleres de poesía, fiestas, reuniones. Luego de que la multitud desaparece limpia para develar, para ver qué queda luego del ritual. Y qué queda? No sé bien por qué pero que una casa evolucione nos encanta, imaginamos la casa como un pokémon gigante que adquiere una herramienta más, es más apto para este mundo. Para este mundo desadaptado. Pero si la casa hay que dominarla ¿es mejor que no evolucione? Cecilia no tiene miedo y la deja transformarse, y que la transformación le devuelva inspiración. Parece que para la inspiración antes hay que limpiar.

 

 

Si nuestras casas son nuestra jurisdicción, Cecilia es una política ejemplar. Piensa en su municipio como si fuese su cabeza, dentro de ella, claro hay compartimentos, departamentos, vecines y vecindarios. Quienes lo cohabitan deberán entender con amor cómo se construye una casa. Cecilia hace de un estado el Estado. El estado no es una construcción tan vieja como la historia y su historia es tan grande como su Estado. Estamos en la casa de Cecilia, ambas la conocemos bien. Pero no es una casa cualquiera, estamos dentro de la Menesunda Pavón.

Siendo que una de  las primeras obras conocidas de Minujín, cuando terminó su estadía en Francia, fue quemar todas sus creaciones en un baldío. Como Cecilia, Minujín consume su propia obra, la consume a fuego lento, como un ritual que la lleva de algún modo a la evolución.

Podemos recorrer su casa con nuestras neuronas y hacer sinapsis con las de ella.

Los cuartos albergan a esos estados y cada uno parece ser un departamento especializado. Esta casa cuenta también con satélites que se extienden desde el Once hasta Chile. Pero todos estos satélites pertenecen al mismo consorcio.

Tiene la misma legitimidad un texto en Facebook que un libro publicado en papel en una editorial. Cecilia lee un pdf de Linda Ruppart que Linda subió para descargar, porque lo importante de la literatura es que circule, se expanda, sea leída por todxs. Mientras lee, recuerda cuando estaba en el probador de H&M y su amiga  le preguntó si a tal le molestaría que hicieran un fanzine con sus textos publicados en Facebook sin su autorización. Cecilia no vaciló y dijo: “los poetas quieren ser publicados...quieren ser leídos”. Y mientras pronunciaba estas palabras el shopping se inundó: una ola la agarró y la arrastró hasta la puerta de salida del palacio de la moda.

Volvamos al cuartito que su historia es una que su arquitectura no puede obviar. Es el llamado cuarto de servicio. Este tipo de cuartos está pensado para que repose aquel que hace los trabajos domésticos. No es el cuarto de planchado ni el cuarto de doblado es el cuarto donde sueña el que trabaja. ¿Así de honesto era el mundo de antes?, no, pero se pueden ver vestigios de cierta inocencia retórica. Ahora el lenguaje (el lenguaje de la arquitectura en este caso) ha mutado tanto en el que ese tipo de cosas intentan ser escondidas aunque sigan ciertas iguales o peores. Nos hemos acostumbrado a que se oculte el verdadero significado de las cosas. El otro día veíamos un programa de política de los 90´ y rescatamos algo, la gente racista y de derecha se animaba a decirlo, ahora todo siempre está disfrazado de otra cosa. Hasta los más fachos pueden pasar de humanistas en una lectura rápida si uno nos los conoce. Y bueno la arquitectura no tenía vergüenza de decir este es el cuarto de servicio.

En el cuarto de servicio hay casi siempre un jesusito preseleccionado por lxs amxs, asumiendo que el elegido gustará de semejante barbaridad: un hombre joven muerto, sangrando y clavado en unas maderas.

Algunxs usan cortinas con motivos figurativos otros usan colchas, otros posters, alfombras, etc. Son las imágenes que queremos que nos vean dormir. Soñar y descansar, imaginar otros mundos pero desde éste. 

Cecilia luego de hacer los trabajos domésticos huye al cuartito a soñar con los párpados recogidos. Sueña con novios, jeans, camisas, mochilas, números, dólares, fuentes. Sueña con ser escritora, sueña con el arte contemporáneo, sueña con sus amigxs, con fiestas, con músicas de moda, con un transatlántico lleno de ropa que arruina el mundo. Usa el cuartito para inventar, pero inventa mientras vive y su vida no puede dejar de existir y meterse en el texto de prepo. 

En el museo no sueña nadie por eso es un espacio tan horrible. Los museos albergan imágenes soñadas por humanos que en lugar de ir sus casas terminaron en museos. El museo quiere guardar un cacho de los sueños de una época. Los museos son máquinas del tiempo, las únicas verdaderas máquinas de tiempo.

Un alumnx de 12 años le hace una pregunta a un cuadro en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y ella tiene una revelación: quizás lo que escribo no tiene nada que ver conmigo, ni con mi biografía, quizás son solo fragmentos de otra cosa -más grande o más que pequeña- que existe en otra dimensión. 

 

 

El otro día pensábamos que lo rarísimo del arte es que te dice acá hay realidad y acá también hay invención, todo mezclado pero vos no vas a poder saber qué es qué y yo (escritor) me voy a haber olvidado para el momento en el que se te ocurra preguntarme. El museo con su lenguaje arquitectura hace lo mismo, dice hasta acá hay ficción y ahí está también la realidad. Y, ¿qué hay de malo en eso? Creo que casi nada. Pero los relatos de Cecilia son eso en carne, como si no pretendiera suturar las materias con las que trabaja. Desde una mochila con rueditas, 37 pesos, arte contemporáneo hasta ovnis, inundaciones sobrenaturales, discusiones de clase y estética. Se vé que algo es más irreal que aquello otro pero no podemos determinar dónde empezó y hasta donde se expande. Es decir el mundo de lo que se cree real se mezcla tanto con lo inventado que no tenés forma de saber qué pasará con tu vida.

 

 

A veces son como Alephs: En esos cuentos dónde carajo empieza lo extraño, nadie podría saberlo. De pronto algo muy fuera de lo común está pasando pero se hila de tal modo con lo que sí es ¨real¨que no tenemos manera de demandarla. De todos modos lo más raro, cuando una escribe, es que la mayoría de las veces lo más extraño es lo más parecido a lo que sí pasó y la descripción de lo mundano está llena de mentiras. El género fantástico en Argentina no fue jamás un género, se asume que la el mundo es una cosa muy sobrenatural en sí y por tanto la literatura así lo describe. 

Y, casi como si no lo hiciera a propósito, es ella la protagonista de estos relatos. Pero lo especial es que es protagonista y narradora a la vez, como Bovary, pero más. Vemos a Cecilia personaje escribiendo en el cuartito pero los miedos y deseos de Cecilia narradora se van mezclando con los de Cecilia personaje. Nos dirás que es muy común que un personaje sea protagonista y narradora, pero Cecilia lo hace diferente. Deja que la protagonista así chiquita -imaginate en el sims- haga torpezas, comente cosas políticamente incorrectas, opine sobre la gordura medio a calzón quitado y diga que ser mujer es peor que ser travesti. 

 

 


Nuestra madre tiene una obsesión con la gordura y de nenas nos ha torturado incansablemente. Ya pasó eso, pero nuestro cerebro es sólo uno y el traumita no es chico. Éramos unas adolescentes felizmente sobrepasadas y llegar a nuestra casa era un calvario. Es definitivamente un asco la cultura del flaco, es definitivamente una dictadura la de la ¨belleza¨ de lxs flacos. Tenemos que militar contra eso tenemos que parar con eso. Pero una de las maneras es en la literatura y pese a que Cecilia no lo grita en la cara del lector, la problemática está echada sobre las hojas pero si alguien leyera con prisa este libro podría no entenderse los niveles en los que Cecilia pretende introducir la problemática. No juzga su deseo de ser flaca, sino que lo usa para la literatura. Muchxs reprocharán el problema de la repetición de esas imágenes de dolor, pero hacerlo literatura es otro modo de militancia.

Bueno, suelta la lengua ese personajito como visto de arriba. Pero hay otra Cecilia, una Cecilia que da rienda suelta a la Cecilia chiquita y la deja tropezar como para dar una lección, como para dejar en evidencia cómo funcionamos todos.

Se megasuper parece a unx diosx griegx, el diosx es torpe sí, tiene características humanas pero el humano lo es aún más, y el diosx disfruta de ver al humanito equivocarse.

Es también un poco como Shakespeare, onda tenés que pasar por todas las postas para entender realmente de qué estamos hablando cuando decimos que hay que militar en contra de la dictadura del ser flaco o de la dictadura de los cánones. ¿Qué tiene que hacer una mujer para ser deseada o para conseguir un trabajo?

Dejar que el personaje se largue a hablar así suelto es más potente que escribir un texto que sea políticamente correcto y por tanto vago, escueto, falto de profundidad. La verdadera militancia no aliena al que aún no sabe qué hacer con sus pensamientos de mierda acerca de cómo ser flaco, sino que lo acompaña en esa transformación. Volvernos plásticos. 

 

 


La dictadura de la flacura es una guerra.Toda relación es una guerra. Toda discusión es una guerra, aunque no haya batalla física se da una batalla verbal. Cecilia todo el tiempo se pregunta: ¿Qué sentirá mi novio? ¿Qué sentirán mis amigos? ¿Qué sentirán mis alumnos?¿ Qué sentirán las personas por sus casas?

La literalidad es tan dura que busca excusas para vincularse: a través de probadores con amigxs que no veía hace mucho, aunque no le interese, habla de geopolictica con el Amor de su vida, habla de lípidos en la cama abrazada, y la charla es tan linda, que no le pesa que no tengan sexo hace tiempo.

Samantha, la actual del Amor de su vida está en guerra con su padre, por eso se vino a la Argentina, desde California, escapando. También está la guerra del consumo: la inauguración del shopping de Chile fue el mismo día que la Guerra de Malvinas. La guerra de las escritoras pobres, porque todas las escritoras llevan adelante una guerra aunque no la entiendan bien. 

El Amor de su vida duerme a veces en ese cuartito mágico, ¿Soñará con casas destruidas como un Matta Clark? El amor de su vida. El novio, el marido, el ex novio, el novio de la yanqui escritora sobre literatura latinoamericana, el adicto a los opiáceos, el dulce novio que la abraza de atrás para hablar de triglicéridos, el señor que vive con ella que lee noticias internacionales, el chico que tiene una prosa elegante y refinada, el hombre que lava los platos sin amor. La construcción de ese personaje es delirante. Es como si fuera un Picasso, tiene muchas muchas caras en una sola pero que no logran formar una sola identidad, un sólo rostro. Es la mirada de Cecilia desde distintos puntos cardinales hacia el cuerpo del amante.

Este señor es un Frankestein tiene pedazos de muchas cosas está todo cosido.

Creemos que el amigo Freud decía que la fragmentación del objeto perdido es la única, o de las únicas maneras, de iniciar el proceso de duelo. Trozando el cuerpo del ser amado-perdido podríamos ser capaces de hacerle perder su aura e ir digiriendo cacho por cacho ya que la totalidad del ser toda junta y encima pérdida, es demasiado. Bueno Cecilia parece estar lista para arrancar el duelo, como si el miedo a que la relación se termine la hace estar en constante duelo. Tener al amor fragmentando, darle caras distintas, así si se vuelve a ir ya no hay peligro de que el fantasma esté entero.

Soy una mujer que trabaja de escribir es una frase que repite, que exagera- es como un leit motiv es como un mantra. Es música. ¿Se lo repite a sí misma para no olvidar o para recordar? ¿Qué le producirá esa conjunción de fonemas en el corazóncerebro?  Porque el pensamiento de Cecilia parece siempre estar imbricado con las pasiones, con las emociones.

Es cierto que una es escritora o artista sólo cuando ejerce, bah, no es cierto: es sólo que se siente así. Y tal vez Cecilia se repite el mantra a sí misma como un modo de autohipnosis para entrar en trance y hacer algo genial. Es revelador cuando dice que todxs podemos escribir algo genial o hacer algo genial pero lo que no todxs podemos hacer es conectar con ese estado que produce belleza. Cecilia entonces se canta el  mantra ¨Ser una mujer que trabaja de escribir¨ para entrar en trance y que todo se mezcle con todo.

Ser artista es de género neutro y además la literatura no tiene cuerpo. Las palabras no tienen ni forma ni color. Pero las escritoras tenemos que pensar en estar bien vestidas. La literatura es ambigüedad. Como el microcentro, su barrio, es ambiguo por no tener una personalidad definida y clara, por ser un lugar de paso. Para Cecilia la literatura no son sólo libros que publica o vende, sino todas las pequeñas ideas brillantes o taradas que puede tener de un momento a otro pero que no llegan al papel. Ideas que a veces se convierten en títulos de libros pero no llegan a ser cuentos. 

Ser artista es de género neutro y nos vestimos de mujer porque es obvio que la ropa es más interesante. El ser neutro es un modo del ser artista, como si para entrar al trance que decíamos antes fuera necesario sacarse todos los sexos y quedar sin ninguno o con todos a la vez. Y el resto es ropa, H&M, moda europea y todos esos cuentos que nos hacen creer que con esos trajes conseguiremos el deseo de los otrxs. Aunque el querer gustar sea algo grotesco. Y es cierto, deseamos la ropa pero deseamos tenerla puesta, el ojo que mira sabe discernir qué es ropa y qué es cuerpo. Deseamos las dos cosas, pero por motivos diferentes.

Byung-Chul Han, filósofo coreano y profesor en la Universidad de Artes de Berlín, habla en una entrevista en elpais.com sobre su último libro La desaparición de los rituales. Define a los rituales como acciones simbólicas que generan una comunidad sin necesidad de comunicación. 

Han afirma la frase: “Los rituales anclan la comunidad en el cuerpo. Sentimos físicamente la comunidad”. Y se ve reflejado cuando Cecilia dice: “Porque una de las formas de sentir felicidad es sintiendo el cuerpo”.

En el carnaval, por ejemplo, el acuerdo es: no hay lector ni autor. No hay identidades ya que las máscaras las cubren y a cambio construímos una identidad colectiva bajo las reglas de la no comunicación. Estos rituales son capaces de crear sensación de pertenencia sin ¨comunicación¨- Todxs podemos vernos en todos porque nadie tiene cara humana sino que el rostro posee un sólo gesto y también posea la imposibilidad de cambiar de gesto.

Los watsap, los mails, los twits, los insta,las noticias: todo todo está cargadisimo de comunicación, incluso de gestos, con la imposibilidad de crear sensación de pertenencia. No son rituales sino que son un montón de individuos tratando de forjar una identidad ¨propia¨. Una por individuo. De movida ya suena muy anti ecológico, pero además, no hay pesadilla peor que la de las identidades individuales. Sería la soledad en su máxima expresión. Cecilia sabe escribir sola pero ha aprendido a ser la chamana de sus rituales. 

¿Y quién es Linda Ruppart? Linda Ruppart condensa su ideal de escritorx, Linda Ruppart es una escritora de ficción, un collage de todxs los escritorxs que admira Cecilia. Es una identidad colectiva, no tiene cara pero tiene máscara.

Linda es nadie y es todxs. Linda es figura del carnaval: tiene máscara, no conocemos su cara y es parte de la configuración genuina de una identidad. El tener máscara es como tener un espejo en la cara, pero si el otro tiene también un espejo, la identidad la da la experiencia esa en sí, bailar ebrio y estar fuera del tiempo.

¿El placer de escribir será similar al placer de bailar desnudo, al aire libre, en una fiesta del desierto como a la que va su amigo Alejandro Ros? El Festival Burning Man, aparece lejano e inmóvil en la pantalla de su computadora. Ahora su festival se produce cuando la ciudad se duerme y la gente de su edificio se calla. Ella escribe entre el fuego y el agua, horno y lavarropas. Cuando escribo bailo conmigo misma y cosas se incendian por delante, detrás y alrededor mío.

En el siglo pasado (1999-2002)  bailaba música electrónica con amigxs en ronda, con drogas y alcohol, en este siglo baila con ella misma frente a una computadora y una hoja en blanco a la madrugada en el silencio total. Cómo los conceptos o las experiencias se resignifican a través del tiempo. Iba a lo de su amigo Alejandro Ros, porque él, estaba cerca de la música, era un gurú para ella. Vivía la parte más salvaje de Buenos Aires. De su amigo aprendió que bailar era mejor que la psicología. Hacían bailes introspectivos. Era un ritual: fumaban marihuana, bailaban entre 3, 4 o 5 horas, y nadie hablaba. El silencio se dio de forma tácita, estaba prohibido hablar, era una prohibición tácita y rigurosa. Parecía un templo.

Ahora que no va a fiestas igual siente que el baile sigue su camino invisible en su espíritu. El cuerpo es su casa. Y esas fiestas quedaron retumbando dentro de su cuerpo como cuando se van los invitados de su casa y queda la mugre. Con cada baile, su cuerpo evoluciona. Como cada vez que traduce a unx escritorx desconocido. Las palabras quedan retumbando dentro de ella, en alguna parte de su ser.

Fuimos a un a clase de matemática topológica, un verdadero ritual. No entendimos nada salvo que ¨algo topológico¨ es algo que puede cambiar de forma sin dejar de ser lo que es, pero en serio sin dejar de ser lo que es. Como tener que ser género neutro para ser artista y tener que dejar de ser género neutro para conseguir trabajo, novio o respeto.

Y que no existe lo profundo:  todo es superficie.. Si todo es superficie al final todo se toca con todo y de la mugre que queda en la rejilla del lugar donde se lavan los platos al Trotskismo más divertido sólo hay que caminar, viajar. Es esa la particularidad más intrínseca que tienen estos relatos, se llega de una cosa a la otra caminando pero además se llega de lo sublime a lo mundano sólo linealmente.  Todo está apoyado en la misma superficie y nosotros, como si fuéramos Mario de Mario Bros, caminamos en una ilusión 2D y nos traspasamos de dimensiones como quien cruza la vereda.

Un ejemplo de eso que decimos es cuando dice que limpiar es infinito. Y claro que lo es, si miramos un microscopio el rincón debajo del gato dormido claro que encontraremos suciedad, mismo después de que vayamos diez personas a limpiar todas juntas la casa de Cecilia. Es decir si seguimos una línea y buscamos mugre siempre siempre la habrá.

Cecilia nos dice que pagó en el 2001... un café con 37 pesos. Mientras ella paga un café 37 pesos dos hombres hablan de dólares y enfermedades. Amo que Cecilia sale ganando aunque parezca lo contrario. Es como pagar un café en 12 cómodas cuotas sin interés. Nosotras le creemos porque no nos importa no creerle. Y está bien que le creamos porque esa fue la puerta, la clave, la llave que nos dió Linda Ruppart  para entender el forzamiento que tiene este libro. Cecilia agarra la realidad como si fuese una imagen y la deforma muy poquito y con una mano avispada, pasa, nos la creímos, pero va sumando cosas ¨extrañas¨ muy sutiles bien elegidas que nos van construyendo este mundo. Nos cuenta de Linda Ruppart, nos habla de una cascada de agua y palabras que es el arte contemporáneo que arrasa con el shopping de toda la moda Europea pasada de moda.

 

 


 

Salir a traducir poemas a bares del microcentro. Traducir es lo más parecido a viajar. Como traductora apuesta a traducir poemas que no están traducidos, busca en internet de forma azarosa, autores contemporáneos. En un mar infinito. Las redes sociales son otra forma de viajar, desplazarse: viajes inmóviles. Traducir para aportar algo al mundo. 

Traducir textos que hablan de lugares que no conoce la anima a escribir sobre lugares a los que va siempre.

Que los textos se desplacen y se hermanen. Ser la médium de alguien que ni siquiera conocés, que no sabés nada de su biografía, que no viste nunca en toda tu vida, que tal vez está muertx; pero que llegar a conocer e imaginar a través de lo que escribe/escribió y pensó en un momento de sufrimiento, de ensoñación, de drogas, de desplazamiento mental. Porque escribir siempre es estar un poco desplazado, y desfasado, un poco desubicado, pendido en el tiempo. 

En una mesa de un bar del microcentro escucha una conversación ajena que la hace pensar en su propia vida: saca su libretita y empieza a tomar nota de lo que va escuchando, dos hombres al parecer en una cita de Tinder, unx le cuenta a otrx sobre su enfermedad. Cecilia automáticamente piensa en su propia ‘enfermedad’. Está enferma de nostalgia, dice.
Notamos cierta nostalgia en esta definición: Aceptar el desgaste de los objetos, la poesía es como el óxido, u otra: Lo he meditado durante años: la vida sólo existe para ser consumida por la poesía, por un poste de hierro que es tirado abajo por el misterio del óxido. Es nostálgica y a la vez visionaria.

 

 

El mejor lugar en el mundo para ella, además de su barrio, es Little Joy: un anticuario en Villa Crespo cuyo dueño se llama Brunildo. Muchas personas se juntan allí a drogarse y beber entre libros: se atontan, se perturban, pierden los sentidos entre objetos casi en desuso.  Excepto ella que se siente borracha y drogada por osmosis. Es una vampira de los estados alterados de los que la rodean. Se pregunta si las personas que van a Little Joy tendrán la ilusión de que con sólo la cercanía física con novelas y poemas podrían, instantáneamente, entrar a otros universos sin tener que leerlos. ¡El sueño de todxs es entrar a otro universo! Pero los mejores lugares del mundo también tienen escenas cringe: un día Cecilia llegó antes de la hora convenida a Little Joy y vio detrás de las cortinas del local a Brunildo, tarotista y vidente, tirado en el piso, llorando abrazado a un libro antiguo con una tapa toda negra. Le hablaba y lo abría en distintas páginas. ¿Era una premonición de brujo?
Luego de la invasión extraterrestre en 2017 y luego de que todas las culturas existentes: occidental, oriental, alta, popular, pueblos originarios, dejaron de existir, como el arte, la literatura y la música, (la poscultura como su usuario en twitter) Luego de que la gente perdió el interés en el Estado, la familia y la política, el mundo se desarmó como lo pensaban hasta ahora. Los libros que adoraban, perdieron sentido. Antes de la invasión los varones que habitaban Little Joy se drogaban y empezaban a darles tiros a columnas de libros que estaban armadas previamente, por diversión, porque ya consideraban objetos casi en desuso. Luego de la invasión ya nadie lee los libros, ¿acaso se han convertido en nihilistas? Solo seres que desean terminar a los tiros con aquellos objetos que un día supieron darles felicidad pero que en el nuevo mundo no sirven de nada? 

La gente hizo lo que pudo para seguir viviendo: Cecilia siguió yendo a Little Joy, su propia zona autónoma temporal, su única y pequeña alegría. En su último cuento dice que se convierte en una escritora de verdad.

 

 

Es como si todas las realidades paralelas del multiverso coincidieran por un microsegundo y en esa coincidencia Cecilia lograra ser una mujer que escribe para su subjetividad. Lo lindo de esa duda constante en este libro no es en sí el sentimiento de duda de un personaje, sino más bien cómo pone en jaque la existencia del objeto libro que tenemos en la mano en ese momento. Es como un Duchamp, o un Magritte; o como cualquier obra genial de un conceptualista de verdad, no los faloperos que hay dando vueltas. Tenés un libro en la mano de unx escritorx que ya está por supuesto editado impreso, por eso, de hecho, lo tenés en las manos. Pero esas palabras impresas materialmente en el papel de verdad te dicen que la escritora no es escritora, por tanto lo que lees no existe. El poder nominal del lenguaje en su brillo supremo como un animé riéndo. Cecilia te hace desaparecer el libro que tenés en la mano, Cecilia es médium, Cecilia es una maestra de ceremonias, Cecilia es ilusionista, es una pitonisa. Cecilia es una auténtica vidente que tira, quema, regala los cuadros porque lo importante es no tenerlos y así  desacralizados.Y ojalá todxs tiren todos los cuadros.